sábado, 18 de mayo de 2024

Ejemplares momentos de la industria del calzado. Primera llamada a la creación de una Feria del Calzado en Elda

 

Primera llamada a la creación de una Feria del Calzado en Elda

 
    Un cartel anunciador de una muestra de indumentaria para mujeres y hombres en 1930

 En 1935 se echaba la vista atrás para contemplar la industria del calzado con la perspectiva que dan los años transcurridos, casi un siglo de rodaje, desde aquellos primeros zapateros de 1840, como primera referencia a la fabricación en serie de calzado en la población de Elda.

 Poner en marcha una fábrica de calzados y lograr mantenerla no era tarea fácil, aquellos zapateros de antaño sacrificaban sus talentos con su trabajo, continuando un camino de superación, ellos formaban parte de ese engranaje que nos hizo caminar por sendas de progreso.

 También aquellos obreros demandaban sus derechos acudiendo en algunas ocasiones a la huelga en las fábricas.  La primera de ellas fue en 1930 cuando las aparadoras iniciaron con la llamada “huelga del hilo” en Elda, una forma de reivindicar sus derechos paralizando prácticamente todo el sector zapatero, logrando la solidaridad de otros trabajadores y de otras poblaciones zapateras, reivindicaciones de aquellas trabajadoras en demanda de que se abonasen el importe del hilo y la aguja que, hasta entonces, debían aportarlo las propias aparadoras.

 Los problemas de una industria hegemónica en la ciudad

 Las estrategias para conseguir pedidos a veces fracasaban y a tiempos de bonanza le seguían otros momentos de profundas crisis por falta de trabajo en las fábricas.

 La industria zapatera ya era mayor de edad para asumir todos los pormenores e incidencias de cualquier sector económico en España. Elda ya tenía independencia económica y personalidad propia. La comarca se había emancipado de aquellos años de miseria en que la escasa población debía lidiarse con la agricultura y con unos núcleos industriales aislados y dispersos. Ahora, en la primera parte del siglo XX, los problemas eran otros, por una parte, había que mantener el nivel de ocupación de los miles de personas que habían emigrado de sus primigenios lugares de origen para encontrar en Elda trabajo y progreso; por otro lado, era necesario afrontar los retos de una ciudad moderna, sus infraestructuras comerciales e industriales y los problemas laborales y sociales.

 A periodos de trabajo constante, le sucedían otros de paros intermitentes, esa era la realidad de una población que no paraba de recibir personas de muchos lugares por el efecto llamada de otros paisanos que llegaron antes. Los esfuerzos de los empresarios para buscar pedidos de un mercado nacional ya saturado encontraban las dificultades de siempre: gran diversificación de modelajes por pedidos que agobiaban los procesos de producción, trabajadores en paro con periodos que cada temporada se alargaban más, dificultad para acceder a los mercados europeos y, lo más difícil, llegar y convencer a los mercados americanos.

  
                                            Revistas especializadas presentan catálogos en Europa 1930

 

La ilusión de los primeros tiempos se había transformado en una preocupación permanente, Elda no podía ni debía echar marcha atrás y la solución pasaba por vender más zapatos y ampliar las miras económicas de esta singular industria.

 Una Feria del Calzado en España

 La primera referencia pública a la necesidad de una Feria de Muestras de Calzados nos la lanza Martín de Gales, probablemente un seudónimo, en la revista eldense "Albor" en septiembre de 1935, un artículo titulado "Lo que falta en nuestra ciudad", en dicho comentario el autor aborda la preocupación por el posible desplazamiento de la población industrial desde Elda a otras ciudades o pueblos limítrofes en busca de trabajo por los paros intermitentes de la actividad zapatera. Un problema que ya se dejó sentir en aquellos lejanos años y que preocupaba a los eldenses de la época.

 

Los años se sucedían y no era posible ampliar la oferta sin que hubiese la expectativa de una clara demanda. Con un comercio español abrumado por la cantidad de “maulas” arrinconadas en las tiendas, zapatos de alta calidad convertidos en saldos por falta de clientes, esa preocupación hizo saltar una chispa que no prosperó en aquel momento, “Una Feria anual de muestras de nuestros productos industriales”.

 

Elda y la industria del calzado en España tendrían que esperar 25 años más para que la idea prosperase y fructificase con otros protagonistas. 

José María Amat Amer

viernes, 17 de mayo de 2024

Ejemplares momentos de la industria del calzado. 100 años del primer asociacionismo empresarial del calzado en Elda

 

Ejemplares momentos de la industria del calzado. 100 años del primer asociacionismo empresarial del calzado en Elda
Moderna fábrica de calzado de Rodolfo Guarinos Vera, en 1919, creada en 1902 y situada en el final de la actual calle Purísima, en la zona conocida como "Portal del Ángel", con fachada a la calle Gonzalo Sempere.

Este año 2024 se conmemora el centenario del primer intento de creación de un asociacionismo empresarial alrededor de la industria del calzado.

En Elda y Petrer había un nutrido grupo empresarial encabezado por las míticas industrias de Silvestre Hernandez, Romero Utrilles, Casto Peláez, Francisco López, Pérez y Amat, Vda. de Juan José Guarinos, Pablo Pérez, Pablo Guarinos, Blas Amat, Mondéjar y Navarro, Vicente Esteve, Eugenio H. Browne, con varias industrias en poblaciones vecinas y en Elda, donde también estaba una de sus principales fábricas. También figuraban Francisco Martínez Orgilés, conocido industrial con el prestigiosos premio “Copa de plata” que transformaría en su propia marca, Manuel Vera Bañón; Teófilo Romero; Vera Hermanos; Luvi en Petrer, Antonio Porta o José Jerónimo Guill y Rodolfo Guarinos. Todas ellas y muchas más, que llegarían al centenar, se consideraban empresas de tamaño grande y mediano que daban empleo a centenares de trabajadores, pero había también talleres con una decena y menos obreros que se unieron a esa asociación. Además, eran importantes algunas fábricas de productos auxiliares, como Isidro Aguado Aravid o Constantino Bañón, José María Navarro, en maquinaria, o Emérito Maestre y algunas otras que realizaban trabajo para los complementos: hormas, tacones, cajas de cartón e incluso existía una pequeña tenería junto al río Vinalopó, propiedad de Emilio Maestre, que además representaba otros tipos de pieles.

La Asociación de Fabricantes de Calzado de Elda y Petrer

En Elda se creó la Federación Patronal de Fabricantes de Calzado, fundada en 1924 con 65 asociados, pero quedó en un intento fallido que duró escasamente un año. La pretenciosa federación de empresarios quería convertirse en el punto de confluencia de los intereses industriales del sector en España, y no se llegó conseguir. Las industrias dispersas en otras provincias y ciudades: Almansa; Vall d'Uxó, Baleares e incluso Madrid, por hablar de algunos de los focos industriales de los primeros años del siglo XX, no llegaron a comprender la idea de los beneficios que podrían conseguirse con la unidad de todos en una federación y aquellos 65 inscritos representaban casi en su totalidad a fabricantes de Elda y Petrel.

Teófilo Romero Juan, dos años más tarde, en 1926, impulsó lo que sería, con menos ambiciones geográficas, la primera Asociación de Fabricantes de Calzado de Elda y Petrer, es decir, circunscrita a la zona zapatera del Medio Vinalopó, y con solamente 58 empresas asociadas, ese fue el punto de partida.

Los asociados representaban un importante empuje en el conjunto nacional de fabricación de calzado. 

La producción de zapatos en el año 1929 fue de 4.000.000 de pares de todas las clases por un valor de 38 millones de pesetas, según cifras que el propio presidente Sr. Romero, desveló en la revista socialista Horizonte en 1931.

Como casi todos los proyectos que se crean y están compuestos por muchas empresas, también la Asociación Patronal de Fabricantes de Calzado pasó por momentos de incertidumbre y, en el año 1933, debido a la falta de actividad, los errores cometidos y a la ineficaz labor llevada a cabo, la entidad trascurrió por un momento delicado que casi la hace desaparecer. El anuncio de su desaparición sería muy criticado en los ámbitos laborales de la época, tachándola de error descomunal y, con los peores augurios, surgía la pregunta ¿quién o quiénes podrán parar la descomposición de este sector zapatero que tanto beneficio está creando en la comarca? Fue el propio Romero quien, asumiendo los errores del pasado, aunó de nuevo e impulsó en 1934 la asociación para hacerla más fuerte y duradera.

El llamamiento al progreso de la ciudad era una constante y desde los periódicos o revistas de la época se lanzaban mensajes constructivos de unidad frente al progreso, instando a la creación de una Asociación de Fabricantes como instrumento al servicio del sector de calzado, ya muy desarrollado en la zona, que potenciase su economía y crease riqueza.

La industria del calzado, como todas las actividades industriales, tiene sus momentos de gloria y sus fases de declive, pero hay muchas clases de afrontar una crisis y hay también muchas causas que la originan, incluidas las injerencias políticas., como recordaba en una encendida proclama aparecida en la revista El Cronista, en 1935, Venancio Caballero refiriéndose a determinadas injerencias políticas en aquellos años.

José Maria Amat Amer

Ejemplares momentos de la Industria del Calzado. Los primeros zapateros

 


Alguna vez nos hemos replanteado la figura casi idílica de quienes fueron los primeros zapateros que vivieron y trabajaron en aquellos albores de la industria del calzado eldense, y protagonizaron el paso de la más pura artesanía a la fabricación en serie. 

Algunos historiadores nos han revelado datos por informaciones extraídas de los censos de la época, lo que se llamó “El Libro de la Seguridad Pública” que forman parte de los archivos municipales, y en el que se encuentran nombres de personas y oficios hacia la mitad del siglo XIX.

Según nos relata H. Soria del Castillo, que fue quizá el adelantado que se refirió a los antiguos zapateros de la villa, que uno de los primeros zapateros eldenses se llamaba Ramón "el Guiña", que trabajaba a las puertas de su casa en la calle San Antón, preparando zapatos de niño para comuniones y los vendía en los mercadillos de Salinas y otras pequeñas aldeas a las que se desplazaba caminando.

Cuando la industria del esparto estaba en todo su apogeo en Elda (aunque no nos consta que fuera para realizar calzado) y también había otras como la del papel de estraza, este hombre, el Guiña, era el hazmerreír del barrio en el que trabajaba a las puertas de su casa, y algunos se preguntaban el por qué de aquel oficio que, en aquellos primeros años del siglo XIX, era casi exclusivo de personas pobres, como así se hacía constar en el mencionado libro de Seguridad Pública, cuando se inscribía un nombre de profesión zapatero. Con frecuencia no era extraño que incluso se dirigiesen al mencionado Guiña, increpándole que estaba perdiendo el tiempo en hacer esos zapatos que probablemente nadie iba a comprar. Ese hombre, quizá desengañado de una profesión que no era suficientemente apreciada por sus conciudadanos, acabó sus días de portero en el Manicomio Provincial de distrito que estaba instalado a la entrada del pueblo, en el edificio en el que años antes se ubicara el Convento de Franciscanos, el que fuera inspiración para la obra de Castelar “Fray Filipo”.

A la vista de las inscripciones en el censo de trabajadores, donde aparecían peones o braceros casi analfabetos, se podían leer apellidos como: Yago, Mira, Esterlic, Castelló, Payá, Maestre, entre otros; estos pioneros realizaban los zapatos ayudados por su familia, por lo que no resulta raro que alguno de esos apellidos se extendiesen por la villa al pasar la profesión de padres a hijos.

Como era costumbre en los pueblos, el nombre de alguno de aquellos zapateros se conocía más por el apodo o mote que por el nombre y apellido, de ahí “el Chulo”, el nombrado “Guiña”, “Payá mayor” o Payá menor”, entre muchos otros. En alguna ocasión me contaba mi recordado amigo Isidro Aguado, que su abuelo, antes de llegar a ser el pionero en la fabricación de hormas, fue zapatero manual y también tallaba sus propias hormas de madera, algo que no era insólito, pero sí una excelencia tallarlas con la calidad con las que las realizaba Aguado. “Isidro el tallista”, le llamaban dada su destreza en los albores de la confección de calzado en serie. Isidro comenzaría desde muy joven a formarse como zapatero de silla que y, como muchos, también compaginaría este incipiente oficio con salarios de miseria con otras actividades locales incluida la agricultura.

El inicio del oficio de la fabricación en serie en Elda, en un dibujo monocromo en tinta, de Gabriel Poveda Rico “Leirbarg” recreando una estampa familiar de mediados del siglo XIX.

Los libros de censo o padrón de oficios de mediados del siglo XIX no recogían muchos de los que trabajaban haciendo zapatos y compatibilizando esta con otras actividades en las que Elda destacaba, como majar esparto, que incluía la recogida; hacer papel de estraza; o simplemente braceros o arrieros de la villa, de ahí que nombres que serían destacados en el mundo del calzado de aquellos años, como es el caso de Aguado, no aparecieran en referencias censales.

Lo cierto es que el oficio nació del propio oficio, es decir, los zapateros remendones de aquellos años tendrían el valor y el acierto de poner a la Villa de Elda en el camino del progreso, por el que hemos caminado durante casi dos siglos, sin olvidar que nada es totalmente gratis, y levantar una industria que supuso un esfuerzo titánico que hoy estamos obligados a cuidar, para que el trabajo y la riqueza de la ciudad se mantenga y crezca. No despreciemos por tanto cualquier esfuerzo, todo suma y todos somos necesarios.

José María Amat Amer

Ejemplares momentos de la industria del calzado. El principio de la industria zapatera en Elda.

                                          Maestros artesanos eldenses trabajando manualmente.


Es importante y aleccionador conocer cómo se fraguaron los mejores momentos que vivió la transformación de la industria del calzado en nuestra ciudad, en Elda. Las personas más jóvenes, aquellas que no vivieron los momentos más brillantes y emblemáticos de la industria del calzado local, deben conocer y no olvidar que hubo un tiempo en que Elda brilló con luz propia muy por encima de otras ciudades zapateras. Bajo el título genérico de “Ejemplares momentos de la industria del calzado” iremos desgranando, en este blog, paso a paso, alguno de los grandes logros conseguidos por quienes fueron los actores más importantes y como lo hicieron.

El principio de la industria zapatera en Elda

No todos los pueblos pueden contar con una trayectoria tan singularmente creativa creando riqueza, con las solas fuerzas de sus ciudadanos. Elda era un pueblo agrícola hace apenas dos siglos y de esa agricultura vivían sus pocos tres mil habitantes.

Otras villas, dentro y fuera de nuestra comarca, tuvieron similares situaciones y de la agricultura mantenían su mayor parte del trabajo. Sin embargo, hay que decir con toda justicia que Elda no abandonó su agricultura para industrializarse, esta ciudad perdió el agua en una época en la que había en abundancia, la salinidad del agua que recibía arruinó su fértil huerta. A partir de ahí nada se nos regaló, hubo que sacrificarse y luchar duramente para tratar de conseguir una nueva vía de subsistencia.

Un pequeño taller de zapatería fue el principio de todo, unos zapateros remendones realizando zapatos para vender en mercadillos de la zona, fueron las primeras semillas de lo que se convertiría toda una capitalidad industrial de fabricación del calzado. El milagro de Elda, puesto que así se le puede llamar, se produjo, pero esos milagros poco o nada se dan si no hay una férrea voluntad de luchar y unas ganas enormes de buscar un horizonte que marque el camino del éxito y ese, a mi juicio, fue el milagro, a veces lo que ocurre es que cuando se pone fe y empeño en el trabajo, la suerte, que es siempre necesaria, también ayuda y Elda tuvo su oportunidad.

Cuando en la ciudad ya se hacían muchos miles de zapatos cada día, la indefinición por un tipo concreto estaba por llegar, cohabitaban las fábricas de calzados de señora con las de series y chicarro o zapato para niños, aunque también se podía ver anuncios de final de siglo XIX en los que se leía "Fábrica de calzados de todo tipo", es decir, que lo mismo se fabricaba señora, caballero o niño. Fue en esos primeros años de trabajo en serie o lo que podríamos llamar la productividad de la artesanía, porque casi todo se hacía a mano, cuando recibimos una expedición de mahoneses que sin duda, contribuyeron en gran medida a definir, o más bien a reafirmar un estilo de calzado de mayor calidad si cabe, y con una mayor orientación al zapato de mujer de alta calidad y de ahí al calzado llamado de lujo o zapato fino.

A veces nos paramos a pensar en el porqué de nuestra casi exclusiva especialización en zapato de mujer y, dentro de ese tipo, en el más alto en materia de calidad y diseño; en algunos casos incluso se ha escuchado algún lamento de que, si en Elda se hubiese fabricado otros tipos incluido los deportivos, nuestros baches habrían sido menores o más llevaderos. Sin embargo, puestos a soñar, creo que esta alta especialización es, lejos de lo que podría pensarse, un acierto, porque para cubrir los posibles periodos de crisis en el calzado en general, nada mejor que una industria diferente. una industria alternativa al calzado; pero puestos a mantener nuestra industria principal que nos ha dado progreso y riqueza y ha permitido situar a Elda dentro de las ciudades más importantes de la provincia y la más prestigiada en fabricación de calzado de España, ¿por qué perder nuestras señas de identidad como ciudad en la que el calzado es sinónimo de calidad y diseño?, ¿acaso el calzado deportivo o el chicarro e incluso el de caballero, nos habría situado en una cota más alta de prestigio? Creo rotundamente que no, Elda es lo que es gracias a lo que fabrica y aquí están reconocidos los mejores estilistas en calzado de España y aquí sigue estando la mayor riqueza en prestigio y calidad, no superadas por otras ciudades que nos quintuplican en producción y ventas. Nuestro milagro es mantener ese prestigio, es cuidar nuestra calidad, es rivalizar con los más grandes, nunca con los mediocres o los pequeños, en referencia únicamente a la calidad y al diseño.

"... Y aquel espíritu generador que hizo del caserío una aldea y de la aldea una Villa, rompió el estrecho círculo donde se consumía en vida isócrona, rudimentaria y pobre, pues si la agricultura daba el vivir, éralo en medida estrecha y como máxima compensación a rudos esfuerzos consumidores prematuros del vigor físico y anuladores por atrofia de energías cerebrales, y al romperlo, se abrió nuevo horizonte en el ancho campo donde la noble lucha de las aspiraciones, forjan el bienestar y progresos humanos. Y así, donde solo hubo manejar de azadas, ruido de esquilas y chirriar de grillos, se oyeron metálicos sonidos del martillo sobre el yunque, bronco trepidar de poleas y artefactos y activo trajinar en unos menesteres que no eran la siembra ni la siega, ni la trilla ni la vendimia, pero que era también trabajo; trabajo encauzado por distintos derroteros donde no solo había fuerza muscular, sino también ejercicio de la inteligencia que lo avaloraba y le hacía rendir una vida más holgada, aplicándolo a los primeros rudimentos industriales que aparecieron manifestados por medio de herrerías, fábricas de papel, molinos de majar esparto y un raquítico taller de zapatería.

Y de aquel taller humilde, nacieron las grandes fábricas con sus amplios e independientes edificios construidos expresamente con tal fin; y los calzados de Elda, en producción progresiva invadieron la España toda, ganaron premios de honor en exposiciones extranjeras y consagraron como industrial a este pueblo, cuyo nombre fue llevado triunfalmente por sus hijos en viajes laboriosos, lo mismo a las grandes urbes comerciales que a las apartadas y silenciosas aldeas.... Y así se formó la moderna ciudad de Elda." Antonio Vera en el “Liberal del Elda” número extraordinario de 1915. 

José María Amat Amer