Este año 2024 se conmemora el centenario del primer intento de creación de un asociacionismo empresarial alrededor de la industria del calzado.
En Elda y Petrer había un nutrido grupo empresarial encabezado por las míticas industrias de Silvestre Hernandez, Romero Utrilles, Casto Peláez, Francisco López, Pérez y Amat, Vda. de Juan José Guarinos, Pablo Pérez, Pablo Guarinos, Blas Amat, Mondéjar y Navarro, Vicente Esteve, Eugenio H. Browne, con varias industrias en poblaciones vecinas y en Elda, donde también estaba una de sus principales fábricas. También figuraban Francisco Martínez Orgilés, conocido industrial con el prestigiosos premio “Copa de plata” que transformaría en su propia marca, Manuel Vera Bañón; Teófilo Romero; Vera Hermanos; Luvi en Petrer, Antonio Porta o José Jerónimo Guill y Rodolfo Guarinos. Todas ellas y muchas más, que llegarían al centenar, se consideraban empresas de tamaño grande y mediano que daban empleo a centenares de trabajadores, pero había también talleres con una decena y menos obreros que se unieron a esa asociación. Además, eran importantes algunas fábricas de productos auxiliares, como Isidro Aguado Aravid o Constantino Bañón, José María Navarro, en maquinaria, o Emérito Maestre y algunas otras que realizaban trabajo para los complementos: hormas, tacones, cajas de cartón e incluso existía una pequeña tenería junto al río Vinalopó, propiedad de Emilio Maestre, que además representaba otros tipos de pieles.
La Asociación de Fabricantes de Calzado de Elda y Petrer
En Elda se creó la Federación Patronal de Fabricantes de Calzado, fundada en 1924 con 65 asociados, pero quedó en un intento fallido que duró escasamente un año. La pretenciosa federación de empresarios quería convertirse en el punto de confluencia de los intereses industriales del sector en España, y no se llegó conseguir. Las industrias dispersas en otras provincias y ciudades: Almansa; Vall d'Uxó, Baleares e incluso Madrid, por hablar de algunos de los focos industriales de los primeros años del siglo XX, no llegaron a comprender la idea de los beneficios que podrían conseguirse con la unidad de todos en una federación y aquellos 65 inscritos representaban casi en su totalidad a fabricantes de Elda y Petrel.
Teófilo Romero Juan, dos años más tarde, en 1926, impulsó lo que sería, con menos ambiciones geográficas, la primera Asociación de Fabricantes de Calzado de Elda y Petrer, es decir, circunscrita a la zona zapatera del Medio Vinalopó, y con solamente 58 empresas asociadas, ese fue el punto de partida.
Los asociados representaban un importante empuje en el conjunto nacional de fabricación de calzado.
La producción de zapatos en el año 1929 fue de 4.000.000 de pares de todas las clases por un valor de 38 millones de pesetas, según cifras que el propio presidente Sr. Romero, desveló en la revista socialista Horizonte en 1931.
Como casi todos los proyectos que se crean y están compuestos por muchas empresas, también la Asociación Patronal de Fabricantes de Calzado pasó por momentos de incertidumbre y, en el año 1933, debido a la falta de actividad, los errores cometidos y a la ineficaz labor llevada a cabo, la entidad trascurrió por un momento delicado que casi la hace desaparecer. El anuncio de su desaparición sería muy criticado en los ámbitos laborales de la época, tachándola de error descomunal y, con los peores augurios, surgía la pregunta ¿quién o quiénes podrán parar la descomposición de este sector zapatero que tanto beneficio está creando en la comarca? Fue el propio Romero quien, asumiendo los errores del pasado, aunó de nuevo e impulsó en 1934 la asociación para hacerla más fuerte y duradera.
El llamamiento al progreso de la ciudad era una constante y desde los periódicos o revistas de la época se lanzaban mensajes constructivos de unidad frente al progreso, instando a la creación de una Asociación de Fabricantes como instrumento al servicio del sector de calzado, ya muy desarrollado en la zona, que potenciase su economía y crease riqueza.
La industria del calzado, como todas las actividades industriales, tiene sus momentos de gloria y sus fases de declive, pero hay muchas clases de afrontar una crisis y hay también muchas causas que la originan, incluidas las injerencias políticas., como recordaba en una encendida proclama aparecida en la revista El Cronista, en 1935, Venancio Caballero refiriéndose a determinadas injerencias políticas en aquellos años.
José Maria Amat Amer
No hay comentarios:
Publicar un comentario