domingo, 31 de julio de 2022

¿Porqué Elda debe vincular el calzado y el bolso al turismo?

 

 El calzado y el bolso son nuestros productos de calidad que mueven a millones de personas, unas por afinidad profesional, otras por el glamur que conlleva la moda, la mayoría por el uso diario y permanente especialmente en la mujer.

No es la primera vez que escribo sobre lo que debiera ser la acuciante preocupación de todos los eldenses: mantener nuestras señas de identidad alrededor de la industria de estos dos complementos.

Mis constantes llamamientos y sugerencias han caído sistemáticamente en saco roto, pero alguien, en algún momento, tendrá que poner orden en esta deriva que conduce a Elda a la inexorable mediocridad e irrelevancia.

Recordar es insistir

Han pasado casi siete años de ideas y propuestas lanzadas desde este mismo blog de Valle de Elda sin que una sola haya tenido repercusión alguna en las personas encargadas de potenciarlas y promoverlas, o al menos discutirlas, ¡nada! Como si las sugerencias de otros no fueran válidas para el bien común de los eldenses, como si esas propuestas no tuviesen más finalidad que ayudar desde el positivismo a que Elda crezca y se afiance. Por lo visto mis ideas no valen, pero ahí están impresas y como un machacón recordatorio de lo que dijimos y cuando lo dijimos quedando para la pequeña historia de nuestra ciudad.

·     La creación de una gran exposición de nuestros zapatos con periodicidad semestral para mantener el mensaje permanente de la calidad del calzado fabricado en Elda.

·      La creación de una sociedad de promoción del calzado entre la Universidad de Alicante y las empresas más importantes, lo que llamamos la Cátedra del Calzado del Medio Vinalopó, para impulsar ideas y proyectos para Elda y Petrer.

·     El registro en la OAMI en la oficina europea de Alicante de “Elda city shoes” o “Zapatos de Elda”, para afianzar nuestra marca. También la Denominación de Origen (D.O.) “Zapatos de Elda” cuando esa denominación salte a los productos industriales (cosa que está a punto de ocurrir y cuya documentación ya está en periodo de aprobación).

·    Volver a consolidar en Elda la desaparecida Asociación de Fabricantes de Calzado de la Comarca, para poder marcar nuestro futuro con ideas y actuaciones propias, o al menos, crear una Cámara del Calzado para lanzar propuestas revitalizadoras para nuestro zapato (como lo ha hecho la vecina Villena recientemente, incluyendo también la marca “Zapatos de Villena” y el resto de las ciudades zapateras de España).  

·       Crear en Elda un bulevar o una avenida con el nombre de “Las Mejores Calzadas de España” y en ella colocar las placas que acreditan tales nombramientos, para sacar el mayor potencial a las ya 20 mujeres que fueron nombradas embajadoras del calzado español, cuestión esta que potenciará una estimable corriente turística.

·         Volver a poner en marcha el Concurso literario sobre calzado femenino Luis García Berlanga, una creación que fue pionera y de ámbito internacional, alumbrada con el único fin de prestigiar nuestro zapato de tacón y de alta gama e incentivar su difusión mundial.

·         Dar a Elda un mayor realce con el zapato femenino de alta calidad. Como propuesta lancé varias ideas: Renombrar algunas calles con nombres asociados al calzado para mujer, instalar mobiliario urbano fijo y relacionado con el calzado femenino y otras ideas que siquiera se han tenido en cuenta.


Este no es el camino

El rechazo del Patronato del Museo del Calzado de una colección de calzado histórico y otra de bolsos antiguos ofrecidas ambas a coste cero, es decir, de forma altruista y gratuita, es un error de libro que será un ejemplo permanente de cómo se pierde un patrimonio en una institución que es del pueblo. Un error, en parte ya irrecuperable, que pesará sobre el prestigio de la institución; el acta pública de aquella reunión será un documento que permanecerá como ejemplo de lo que muchos consideramos una grave afrenta a la cultura y un flaco servicio a la ciudad y al enriquecimiento de nuestros fondos museísticos.

  

    

La disparatada idea de unir todos los muesos de la ciudad y otras exposiciones: Arqueológico, Etnológico, Fallero, Moros y Cristianos, Santos Patronos etc. en un solo edificio y llamarle al conjunto “Museo de la Ciudad” es algo casi berlanguiano, sino fuese por el aprecio y cariño que profesé a mi buen amigo Luís García Berlanga que indudablemente ,de vivir hoy, habría sido motivo de su proverbial sabiduría crítica.  Esto no solo atenta a los fines de nuestra institución zapatera y su desarrollo, sino que puede ser calificado de esperpéntico. Una forma de desviar la atención y las miradas hacia Elda desvirtuando lo que nos hace únicos en el mundo y objeto de admiración, no solo por tener un gran museo sino porque en él se conserva el crisol artístico de los trabajadores de la industria de nuestra ciudad especialmente.

La cultura del zapato y de la marroquinería también es cultura

Y además es la que nos da de comer de forma directa, ¿Cómo se potencia esa cultura? Es obvio volver machaconamente a reivindicarlo:

·         Una de ellas es por medio de la constante publicación de libros, artículos o escritos que “veneren” el calzado de mujer de gama alta, otras publicaciones son siempre bienvenidas, pero las relacionadas con el calzado son fundamentales para crear imagen, mantenerla y consolidarla.

·         Debemos continuar con la realización de obras de arte relacionadas con el calzado y sus oficios, como hicimos en otros tiempos: El Monumento al Zapatero de Silla y AprendizEl Monumento a la AparadoraEl Monumento a la Familia Zapatera, son buenos ejemplos, sin olvidar el que se destruyó y jamás se repuso en la Plaza de Sagasta, El Monumento a la Industria del Calzado Eldense.

·         Organizar concursos, exposiciones y redacciones, como ha hecho y hace nuestro museo, para concienciar a los más pequeños en esta industria que hoy es nuestro principal recurso económico y posible creador de empleo.

·         Programar simposios, conferencias o mesas redondas con el fin de potenciar nuestro zapato y, por supuesto, alejarlo de planteamientos políticos que puedan minimizar la participación y presencia de todos los eldenses.

Acabamos de leer las últimas novedades en materia de promoción turística que publica tanto el Eximo. Ayuntamiento como Valle de Elda con video incluido: mochilas, jarras y medallas con la imagen caricaturizada de nuestro Conde más laureado, corbatas con zapatos, pines etc. Eso podrá estar bien, pero ¿de verdad alguien cree que es un incentivo turístico para que sea visitada la ciudad?

Elda es de todos

Y solamente con la noble contribución de todas aquellas personas que deseen trabajar por el bien común de nuestra ciudad, será posible plasmar ideas serias y pragmáticas. El uso exclusivo de las ideas de unos pocos o, en el peor de los casos, auspiciadas por afinidades ideológicas, sin siquiera valorar las de aquellos que no ejercen políticamente y lo hacen buscando el mejor futuro de Elda, nos llevará a un estrecho callejón sin salida que el tiempo y la historia no perdonará, como no perdona actuaciones inútiles que se adoptaron en otros momentos de nuestra historia, desoyendo las alarmas que saltaban como indicadores de que el camino no era el adecuado.

Cualquier persona que lea estos planteamientos podrá sin duda modificarlos o rechazarlos en parte, pero no desoírlos de forma genérica para imponer otros que vayan en direcciones opuestas, lo que nos llevaría a un posible descalabro para Elda y su industria que, dadas las circunstancias actuales, no nos podemos permitir.

sábado, 9 de julio de 2022

Fallece el autor de la escultura “Zapatero y aprendiz” ubicada en la Plaza del Zapatero

Hace escasos momentos me han comunicado el fallecimiento de Alejandro Pérez Verdú. Un eldense que marchó de su pueblo siendo muy joven y que siempre soñó con su querida Elda.
Para los que no lo conocieron debemos resaltar aspectos de su vida que han dejado una profunda huella en nuestro pueblo.
Alejandro, “el que puso alma a las piedras”, como en una ocasión se le calificó por transformar en obra de arte su trabajo sobre bloques de granito.
El hombre que hoy nos deja fue el que un día realizó el monumento al zapatero y aprendiz que se instaló en un recogido rincón de la Plaza del Zapatero.
En el momento de su despedida recordamos cómo lo conocimos y cuál fue su generoso ofrecimiento.
Alejandro vivió su niñez y temprana juventud entre Elda, su ciudad natal, y Las Casas del Señor, donde residía parte de su familia; trabajando de pastor se entretenía en moldear y esculpir objetos sencillos de la vida cotidiana. Por las necesidades familiares, no pudieron prescindir de él como soporte económico y creció sin haber pisado una escuela, esto lo digo para resaltar la ejemplaridad de un hombre que tenía unas cualidades innatas, que lo hubiesen aupado a cotas mucho más importantes, si hubiese contado con la formación y la cultura que hoy se les da a todos, pero en otra época de nuestra historia, solo era un privilegio de unos pocos.
Verdú marchó para hacer el Servicio Militar obligatorio a la bella isla de Menorca, y a pesar de sus limitaciones, en cuanto al estudio se refiere, pronto se granjeó el respeto y la admiración de sus superiores, que le encargaban monumentos funerarios. Alejandro, antes de terminar la “mili” ya era conocido como artista en su tierra de acogida. Allí encontró al amor de su vida, a su esposa Isabel, y en Es Mercadal creó su propia familia.
Durante mi amistad y admiración por la obra de Alejando Pérez, siempre me hice la misma pregunta ¿el artista nace con un talento especial o se puede aprender a ser artista?
La respuesta puede encerrar dos versiones: los que creen que ser artista es tener un don innato y los que defienden que con una buena formación se puede llegar al mismo fin, que no era el caso.
Alejandro, desde temprana edad se les notaba predestinado al arte, creaba con facilidad, desarrollando con nitidez ideas que llevaba a la práctica y cautivaba al público que reconocían su talento.
Un determinado día del mes de abril de 1996 recibí la llamada de nuestro genial escultor para hacerme entrega de una de sus obras, una bota de media caña que le había inspirado un viejo calzado desechado. Una bota que reprodujo con sus roturas y desperfectos. Me llamaba para hacer entrega de esa obra al Museo del Calzado, pero también para proponerme lo que sería el “sueño de su vida”, realizar una talla de un zapatero de silla y un aprendiz, como regalo y homenaje a Elda.
El sueño de su vida
Me trasladé a Menorca, esa bendita tierra con la que por razones familiares también yo mismo fui cautivado. En un acto sencillo, pero solemne, me hizo entrega de ese legado para un museo que ya llevaba cuatro años abierto al público en el Instituto de La Torreta de Elda.
En la isla “blanca y azul” recorrí varios lugares para admirar sus tallas. Una preciosa fuente en el centro de la ciudad de Alaior; una pila bautismal en la iglesia de Fornell; la talla del almirante Farragut frente al hotel que tiene su nombre; también algunos monumentos funerarios en el cementerio de Mahón, entre otros. Quedé francamente cautivado por su talento artístico y su sencillez en el trato, la ausencia de vanidad de un hombre que siempre agradecía sin esperar nada a cambio.
Alejandro Pérez Verdú me propuso trasladarse a Elda y aquí realizar su talla. Para eso solicitó dos bloques de piedra caliza de casi dos metros de alto cada uno y metro y medio de ancho. Ese fue el primer paso.
Abrimos una suscripción pública y con la ayuda excepcional del semanario Valle de Elda fuimos dando cuenta de las aportaciones que los eldenses, o aquellos que decidían ayudar a esa obra, ingresaban cada semana en una cuenta bancaria abierta al efecto.
Alejandro tuvo el material depositado en la “Casa Colorá” y desde allí trabajó en largas jornadas para que casi un año después, su obra estuviese lista para ser inaugurada. El sueño de su vida estaba a punto de tomar forma ¿y quiénes mejor para representar sus anhelos, recuerdos e ilusiones que un zapatero trabajando en su silla y auxiliado por un aprendiz?
Anécdotas
Podríamos llenar páginas de las muchas anécdotas que surgieron en aquellos meses de intenso trabajo. Las tallas que figuran en la gran peana donde descansa el monumento están representadas por las manos de un cortador y de una aparadora realizando sus tareas. Para representar aquellas sublimes figuras recurrí a mi amigo y pintor Patrocinio Navarro que no reparó en dar sus mejores bocetos para esta obra.
Ese monumento que cada día es observado por cientos de eldenses que pasan junto a él se realizó sin dibujos, sin medidas de sistema alguno y sin apuntes de ningún tipo. Alejandro simplemente, a palmos y a dedos, iba golpeando la piedra en busca de lo que deseaba obtener. Verlo trabajar cada día con el martillo y el escoplo era algo digno de la mayor admiración. Ver cómo sacaba de las piedras las figuras: la mesilla o las sillas de los trabajadores, los zapatos a medio hacer, las herramientas y ¡hasta el botijo!. Algo inaudito que, ni comprendía entonces, ni comprendo ahora, cómo aquel hombre humilde podía crear de la nada, de una simple piedra, unos símbolos tan importantes para Elda, nada menos que el principio de nuestra industria, personas y trabajos con los que él soñaba cada día. Para tallar la cara, las manos y las dimensiones de los personajes de su obra, Alejandro se palpaba su rostro y trasladaba a la piedra blanca las “medidas” de su propia imagen.
El respeto que merece un genio
El zapatero y el aprendiz no serían tan geniales si Alejandro hubiese contado con los conocimientos que ilustran académicamente a los artistas de Bellas Artes, pero nuestro querido amigo todo lo generaba, lo improvisaba y lo intuía.
Muchas veces me he parado ante ese monumento tratando de recordar cómo llegaba a hacer ese o aquel detalle, cómo se las ingeniaba para que no se produjese una sola rotura en un monumento que tiene partes muy difíciles de tallar y frágiles. Era tal el amor a su ciudad de nacimiento, el respeto por su industria que conoció casi en sus albores, que creo sinceramente fueron esenciales para terminar con éxito aquella obra que debemos saludar como la culminación de una vida de añoranza por su pueblo y su calzado. Contemplar hoy ese monumento nos debe sobrecoger, no tanto quizá por el valor artístico que indudablemente lo tiene, sino por el esfuerzo del hombre que lo realizó. Hace poco más de un mes, y como si de una premonición se tratara, pidió a sus hijos que lo llevasen a Elda para despedirse de sus hermanos, pero también para pasear por última vez por sus calles, hoy tan distintas a las que conoció. Se detuvo ante el monumento que esculpió y por unos instantes recobró con nostalgia aquellos duros pero felices días pasados entre sus paisanos.
Alejandro Pérez Verdú, Elda siempre te estará en deuda. Las generaciones pasarán, pero ese monumento seguirá ahí como testimonio de tu amor a la ciudad y a su industria zapatera. Muchas gracias y Descansa en Paz querido
amigo.