Si Elda brilló de forma impensable en la década de los años 60 y 70, por su creciente y pujante industria, los años 80 fueron funestos. Las luchas fratricidas entre industriales del calzado y afines perdió su cohesión y quedaron divididos ante los intentos de desestabilizar FICIA.
Los intereses de unos y otros pusieron el punto de mira en la ciudad, que dio la gloria y el empuje al sector zapatero a través de sus Ferias y, a partir de ahí, todo empezaría a cambiar para mal recorriendo el camino que permitiría que Elda dejase de ser la sede de las ferias del calzado.
Ante la proximidad de su inexorable final, como Ciudad Ferial, Elda todavía dio muestras de su empuje para asentar la Cultura Zapatera, ofreciendo impulsos positivos en el campo de la cultura y las bellas artes.
A mediados de 1981, se inició el camino para transformar la FICIA en una Fundación, pero en mayo de 1981, y asumiendo el alcalde de Elda la presidencia del Patronato de FICIA , se reabrían nuevas heridas y la FICIA caminaría a mayor velocidad hacia su más alto grado de politización.
El 14 de diciembre de 1981 se constituyó oficialmente la Fundación FICIA y en octubre de 1984 se crearon los premios de Investigación dotado con 400.000 pesetas; y el de periodismo con 200.000 pesetas. Un año después se amplió al concurso de fotografía, dotado con 50 mil y 25 mil pesetas.
En enero de 1989 sería nombrado presidente de la Fundación FICIA Javier Sancho, que desde hacía años era vicepresidente, siempre en la sombra, pacificando los intensos conflictos que surgían cada día. Sancho, potenció los concursos para prestigiar esa llamada Cultura del Calzado y lanzó otro de pintura sobre temas zapateros. Pero FICIA estaba herida de muerte a dos años de abandonar nuestra ciudad.
A pesar de la degradante situación de las ferias, ante las luchas abiertas entre unos y otros por acaparar el protagonismo ferial y a sabiendas de que Elda lo pedía todo, Javier Sancho siguió empujando la cultura desde la Fundación FICIA, e incluso con aportaciones personales para mantener alguno de aquellos concursos que pasaron a llamarse "Premios Presidente de la Fundación FICIA". Su honorífico nombramiento como Hijo Adoptivo fue una justa compensación a lo mucho que hizo por la ciudad.
El legado de Javier Sancho a través de la Fundación que presidía, fue lo más brillante que se produjo en aquellos terribles años de descomposición de nuestras manifestaciones feriales.
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