miércoles, 26 de noviembre de 2025

La Fábrica de Pedro García Amat. "Calzados Elefante"

 

Desde un pequeño taller en Elda hasta una marca reconocida internacionalmente.

Edificio fabril que estaba situado en la Avenida del Mediterráneo de Elda


Pedro García Amat nació en una familia humilde de Elda y, con apenas ocho años, emigró con su familia a Cuba en busca de nuevas oportunidades. A los dieciocho regresó a España y comenzó a formarse en la industria del calzado, aprendiendo oficios hoy casi extinguidos, como el de desvirador. 

Según J. Mª Amat, fundador del Museo del Calzado de Elda, “Pedro García empezó de cero, observando, anotando y aprendiendo cada detalle de cómo se fabricaban los zapatos. Su pasión por la perfección era evidente desde el primer día”.

Con un socio y amigo, Antonio Castello, Pedro García instaló su primer taller en los bajos de su vivienda familiar, donde comenzaron fabricando zapatos de niño. Poco a poco, la empresa creció y se consolidó. J. Mª Amat recuerda: “Era impresionante ver a Pedro García siempre trajeado y con pajarita, controlando personalmente la calidad en la fábrica. Para él, cada zapato debía ser impecable.”

       Primera ubicación del taller donde comenzó a fabricar zapatos en la calle Hilarión Eslava

A lo largo de los años, la empresa Pedro García se destacó por su innovación y por la capacidad de adaptarse a los cambios de la industria. La fábrica implementó sistemas pioneros de control de producción y fue un referente en la fabricación de calzado de caballero y señora. “Su mayor especialización fue el calzado de caballero, que se convirtió en un verdadero referente en Elda y en España. Más tarde. La fábrica también produjo calzado de señora y botier”, comenta Amat.

En 1982, a petición de sus trabajadores, recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.

En 1982, a petición de sus trabajadores, recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. / Cedida

Hoy, la marca Pedro García sigue siendo un ejemplo de excelencia y tradición familiar, con presencia en Europa y Estados Unidos. J. Mª Amat concluye: “El legado de Pedro García Amat sigue vivo gracias a sus hijos y nietos. Su historia demuestra cómo la visión, la pasión y el esfuerzo pueden transformar un pequeño taller en una empresa de renombre internacional”.

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