miércoles, 5 de noviembre de 2025

La fábrica de calzados de Rodolfo Guarinos Vera


                                                La fábrica, ubicada al final de la actual calle Purísima. / Cedida

Su fábrica, levantada en el final de la actual calle Purísima, llegó a ser una de las mayores de la comarca y un símbolo para varias generaciones de eldenses.

La historia del calzado en Elda no puede entenderse sin recordar a Rodolfo Guarinos Vera, uno de los grandes industriales que impulsaron el desarrollo económico y social de la ciudad a comienzos del siglo XX. Su fábrica, levantada en el final de la actual calle Purísima, llegó a ser una de las mayores de la comarca y un símbolo para varias generaciones de eldenses.


                                Su magnitud y organización la convirtieron en un referente de la industria zapatera. / Cedida


El fundador del Museo del Calzado, José María Amat, recuerda que “Rodolfo Guarinos construyó una de las mayores fábricas que había en Elda. En algunos momentos llegó a tener hasta 1.200 trabajadores, así que prácticamente todas las familias del pueblo tenían a alguien allí”.

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La empresa, con más de 4.000 metros cuadrados de superficie y doce naves industriales, se encontraba en una zona entonces conocida como el Portal del Ángel. Su magnitud y organización la convirtieron en un referente de la industria zapatera, con una producción que superaba el millar de pares diarios.

Pero la fábrica no solo fue un motor económico. Su enorme reloj en la fachada marcaba el ritmo de la ciudad en los años posteriores a la Guerra Civil, cuando el de la iglesia aún no había sido repuesto. Además, una potente sirena avisaba del inicio y final de la jornada laboral, un sonido que, según Amat, “retumbaba en toda Elda y llegaba hasta Petrer”.


Su enorme reloj en la fachada marcaba el ritmo de la ciudad. / Cedida

Rodolfo Guarinos fue también un empresario comprometido con la vida local. Presidió la Federación de Fabricantes de Calzado, promovió las Casas del Progreso en 1927 y formó parte del Consejo de Administración del Banco de Elda. Su fábrica fue incluso visitada en 1932 por el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, durante su estancia en la ciudad para colocar la primera piedra del monumento a Castelar.

De aquel complejo industrial salieron numerosos pequeños talleres que contribuyeron a forjar la estructura productiva de Elda durante décadas. Su legado permanece como parte esencial de la identidad zapatera de la ciudad.

Como concluye José María Amat, “Elda se ha hecho de la semilla de su pueblo, de sus trabajadores. Nadie vino a enseñarnos cómo vivir ni cómo hacer riqueza”.



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