El sorprendente titular del
artículo publicado en el diario INFORMACION el pasado 7 de enero y el
contenido de este, en el que se pone en palabras de la edil de cultura una
serie de intenciones sobre el futuro del edificio construido para museo del
calzado, me ha vuelto a dejar sin habla. Respetando el derecho de opinión de
cada cual, cuando como en este caso, se trata nada menos que de la opinión de la
concejala de cultura de nuestra ciudad democráticamente elegida, miembro del
Patronato de la Fundación, considero que en este mismo medio, debo transmitir
nuevamente lo que pienso de este proyecto en el que el Museo del Calzado
de Elda está involucrado y amenazado de extinción, e inmerso en una destructiva
polémica de su imagen, sintiendo que estos temas no se debatan en el seno del
patronato que es su legítimo lugar.
Dada mi avanzada edad, me ha
costado pronunciarme al respeto, no debo a estas alturas entrar en polémicas de
esta naturaleza dado que, por ley de vida, me encuentro en mi último tramo de existencia,
pero, si como no dudo, hay realmente buena fe y deseo de volver a hacer de
nuestra ciudad un lugar con proyección internacional y no caer en los errores
del pasado, creo que mis opiniones al respecto deben ser, al menos, objeto de
debate porque nos estamos jugando mucho más de lo que aparentemente pueda
parecer.
¿Qué mensaje lanzamos al mundo
con un museo del calzado como el que hay en nuestra ciudad? Considero obvio que
nuestro rasgo diferencial en estos momentos y respetando otras nobles
proyecciones de tipo cultural, es sin duda nuestro museo, no solo por su amplia
colección de fondos, sino también por la enorme diversidad que en él se
concentra, pero sobre todas las cosas porque supone algo nuestro, diferente a
cualquier propuesta de tipo cultural o divulgativo que pueda realizar cualquier
ciudad. Puedo asegurar que no existe ningún museo de calzados en el mundo, que
yo haya visitado, con la actividad colateral que el de Elda realiza: concursos
en activo como “La Mujer Mejor Calzada” o el “Periodístico sobe
calzados” (hoy dormido), la escuela de diseño; la de zapato para
pies con deformaciones y artesanal; la sección de la horma; el
contenido vivo de los Lápices de Oro, entre otras muchas actividades y
exposiciones itinerantes en el que raro es el mes que no se prodigan. Esas
noticias llegan por las redes sociales a todos los interesados en el calzado,
que son millones, en cualquier parte del mundo y eso prestigia a nuestro
zapato y a nuestra ciudad.
Hacer más fuerte, más grande y
mejor dotado al museo del calzado de Elda es, a mi juicio, nuestra principal
misión, como eldense, como patrono y evidentemente como fundador, pero debe
comprenderse que es la mejor inversión que puede realizarse para fortalecer la
imagen de la ciudad ante el mundo, en base a esa singularidad que otras
ciudades no pueden ofrecer.
¿Porqué es anacrónico y
perjudicial reunir los muesos de la ciudad en un único edificio? A este
respecto cabrían varios criterios que aconsejarían todo lo contrario, entre
ellos la necesidad de que la ciudad posea museos en función de los fondos que
custodia, es decir, un museo arqueológico precisa de muchos más espacios que
los pírricos que podrían extraerse de una planta de un edificio, normalmente los
muesos arqueológicos están vinculados a lugares donde existen indicios de
culturas antiguas, tal es el caso del Monastil, que en el conjunto de los
arqueológicos de la provincia, debe tener sus espacios propios y
suficientemente amplios para poder desarrollar las actividades que este tipo de
exposiciones demandan, encastrarlo en un edificio donde habría que constreñir
el propio museo del calzado es un “error de libro” . En el caso del museo
etnológico, con valiosas y muy queridas colecciones en su haber, requiere un
edificio singular, que le vaya con los fondos que custodia. Elda todavía tiene
algún edificio modernista que debía ser tomado en consideración para dotar al
etnológico de unas amplias salas de exposición. Y para más abundamiento, la
ciudad de Elda necesita más si cabe que otras poblaciones, de una dispersión de
lugares culturales y de ocio para que el visitante camine por la ciudad y
visite cada uno de ellos, para mover otros servicios: comercios, cafeterías o
restaurantes entre otros. Congregar en un edificio, ya de por sí insuficiente
para el museo existente, que por otra parte se construyó expresamente para Museo
del Calzado, es poner un corsé a la expansión y ampliación de las actuales
instalaciones. La concepción con la que se realizó el estudio museográfico se realizó
contrastando en los museos existentes y algunos visitados en Europa, Asia y
América. Nuestro museo, como otros, está concebido como un museo de artesanía
de la industria básica familiar, en primer lugar, donde se muestran zapatos,
maquinaria y utensilios de nuestros primeros zapateros, así es como se rinde
tributo a los oficios y así es como Elda honra a sus trabajadores.
No hace mucho que el Patronato
del Museo del Calzado dejó sobre la mesa dos legados que se entregaban a la
ciudad, regalados y sin coste alguno, a través del museo del calzado, dos
donaciones que se han perdido, una de más de 160 pares de zapatos
históricos de un particular que conserva la más amplia colección de zapatos
históricos existente en nuestro país; y la otra, el museo del bolso, con más de
quinientos bolsos desde la Edad Media hasta principios del siglo XX. ¿Acaso no
sería más razonable engrandecer nuestro actual museo y dotar a los otros museos
existentes de unos contenedores dignos de sus valiosos fondos? Además,
ofreceríamos al visitante la mayor exposición conjunta de zapatos y bolsos
existentes en el mundo y reunidos en un mismo espacio, que hacen honor,
dignifican y promocionan, a las industrias mayoritarias de este valle del Medio
Vinalopó. Pero estos hechos
irreversibles ya han supuesto un daño a nuestro patrimonio, porque esas
colecciones suman y nunca restan, pero hoy se encaminan a otros museos
esperando mejores acogidas.
Por último, la cifra facilitada
para el titular de la noticia con la que INFORMACION abría su página de Elda, y
supongo, conociendo la seriedad del que lo escribe, totalmente contrastadas me
parece no solo disparatada sino innecesaria y totalmente fuera de lógica. El
Museo del Calzado tiene unas características especiales, en él se representan
las actividades artesanas de miles de personas que legaron sus mejores
“tesoros” a esta casa para que se expusiesen al público y se conservase para
siempre, de forma similar a como se presentan en los mejores museos del mundo
de esta especialidad, y representando el símbolo del esfuerzo y sacrificio de
obreros y empresarios; allí están las raíces de nuestro pasado. Tratar de
convertir el museo de nuestra ciudad en un MARQ, es absurdo y fuera de contexto.
Eso queda para otro tipo de museo, pero
no para el de calzado.
El 90% de los fondos del museo
del calzado lo han aportado, por cesiones, miles de trabajadores del sector
zapatero, la mayor parte ciudadanos de Elda, y tratar de singularizar esos
fondos en espacios específicos que solo muestran una pequeña parte de ellos,
como sería el caso de un museo de corte similar al arqueológico de Alicante o a
otros de su misma talla, es algo que no estaba en la mente del fundador, que
antes de iniciar el estudio museográfico tuvo que documentarse en decenas de
muesos industriales en media Europa. Y ya que hablamos de ello, debo aclarar
que en toda fundación existe la figura del fundador que es quien inicia esa
empresa, en este caso el museo, y según las leyes vigentes en materia
Fundaciones, el Protectorado, deja muy claro que los fines fundacionales son
prioritarios y están incluso por encima de los acuerdos de los propios patronos
(Art 2 de la Ley 50/2002), y esto es lógico, porque los patronatos son
cambiantes y en los patronos entran y salen personas con criterios dispares,
debe por tanto existir una figura que sea el que mantenga la llama a la que
conducen los fines fundacionales, y ese no es otro que aquel que, en su día,
sentó en una mesa a los patronos e inspiró la Fundación. Para llegar a ese “museo
de la ciudad” como anuncia la página del periódico provincial, habría que
eliminar la actual Fundación Cultural Museo del Calzado y eso tampoco es
sencillo ni posible, porque aún retirando espacios o eliminando subvenciones,
al final, el protectorado es quien tiene la última palabra y, en el caso de
Elda y de nuestro Museo del Calzado, sería el mayor error posible
cometido por eldenses y debe tenerse en cuenta que la voluntad del fundador),
es más, el Protectorado podría consentir en que los fondos pudieran pasar a
otra fundación en los que se siguiesen fielmente los designios y el espíritu
fundacional con el que se creó en Museo del Calzado, ya que uno de los
fines más claro de nuestra actual Fundación es la proyección y prestigio de la
industria del calzado en España. Esta exigencia de la propia ley tiene como
objetivo preservar los fines fundacionales por encima de los diferentes
patronos que repito, asumen los cargos de forma temporal, y no pueden de forma
alguna desviar el objetivo marcado por el fundador para alcanzar la meta fijada
en estatutos.
No existe mayor experiencia que
visitar museos en otros países, y ya que estamos defendiendo la necesidad de
mantener el Museo del Calzado de Elda como un icono diferenciador, que
nos identifique y promocione la industria más importante y significativa de la
ciudad, debo decir que en países tan cercanos como Italia, Portugal, Bélgica u
Holanda, por citar solo algunos de los que proliferan museos de utensilios,
etnológicos y productos manufacturados o de sus industrias más representativas,
los del calzado tienen una especial importancia y muestran sus exposiciones en
lugares muy cuidados y desvinculados unos de otros, con edificios de belleza
arquitectónica, precisamente para protegerlos y marcar sus propias identidades
y particularidades, todo lo contrario de lo que se desea hacer en Elda.
En otro orden podríamos hablar de
los trabajos ímprobos de los patronos y empleados que han pasado por el museo
en los últimos 25 años, sus desvelos y sacrificios para llevar a posicionar
nuestro museo en un listón muy alto de prestigio. ¿Para que ha servido si el
nombre por el que han luchado se mezcla en un conglomerado de museos y
exposiciones que en nada tienen que ver con el calzado?.
A mi juicio esos tres millones de
euros que muy generosamente dicen necesita el Museo del Calzado de Elda,
deben emplearse para adquirir espacios y dotarlos para hacer dignos y modernos
los museos Arqueológico y Etnológico, ¿Qué mejor inversión para la ciudad?; con
ello se ensancharía el espacio cultural, todo lo contrario de lo que se
pretende, y en lugar de arrinconar, limitar o reducir, nuestros insuficientes espacios,
provéase al Museo del Calzado de almacenes (inexistentes) y alguna que
otra mejora del actual edificio, para no dar pasos atrás y que alguna otra
ciudad encuentre un motivo de peso para consolidar un museo del calzado como
símbolo de la industria del calzado español enriqueciendo y mimando lo que los
eldenses no hicimos o dejamos perder. El
hipotético “Museo de la Ciudad” sería minimizar uno de los mejores iconos de
Elda, silenciar su nombre y limitar sus salas o sus fondos; todo lo
contrario de expandir la cultura zapatera de nuestra industria del calzado
local, la proyección de Elda como ciudad zapatera internacional, y un Museo
del Calzado que hoy es piropeado y evaluado como de los más importantes del
mundo considerado por sus homólogos. Sería un error irreversible y un nuevo
retroceso para la ciudad que llevó la economía zapatera y el nombre del zapato
español, a lo más alto en prestigio y calidad. No hay rincón en el mundo en el
que se hable de zapatos y de zapateros que no hayan oído el nombre del Museo
del Calzado de Elda ¿Cuántos hablarán de ese otro Museo de la Ciudad en el futuro?
José María Amat Amer
- Fundador y director honorífico del Museo del Calzado de Elda
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