Antonio Martínez Maestre, fue el fundador de la firma “Calzados Bellini”, el año 1942 consolidando la empresa la marca. “Calzados Bellini” se centraba en la fabricación de calzado sport para señora de alta calidad, con una producción aproximada de 500 pares a la semana. Antonio apostó por las Ferias del Calzado y montó su propio stand, relanzando las ventas y la exportación. La marca Bellini se representaba en el reflejo de un espejo sosteniendo una mano femenina uno de los modelos fabricados por esta empresa. Entre los muchos fieles empleados con los que contó esta empresa, destacaba Jaime Gómez Bonnin, que gozaba de gran popularidad entre los compradores por su simpatía y su capacidad de gestión, convirtiéndose en la mano derecha del propietario de la industria.
Blas Amat inició la fabricación de calzado artesano en el año 1897. De una pequeña casa, en la antigua calle Del Vall, se pasó a la construcción de una nave industrial que tenía una superficie de 1072 metros cuadrados, con una parte delantera para oficinas y la vivienda del propietario y su familia, todo ello rodeado de un bien cuidado jardín (como era costumbre en aquellos años del siglo XIX y principios del XX).
En esta empresa llegaron a trabajar 150 personas para fabricar 300 pares diarios de calzados mixtos, es decir, zapatos para señora, chicarro y algo de caballero.
Las crónicas de la época decían: "La fábrica fundada por Blas Amat, honra a la ciudad de Elda, pudiéndose decir que contribuyó en gran manera al justo crédito del que goza nuestro pueblo".
Luxelda, fue una fábrica de calzado de "lujo" como expresaba su propia marca. Estuvo ubicada en la calle Ramón Gorgé, muy cerca de la Plaza Sagasta, sin embargo su bellísimo zapato y la calidad ofrecida, superó aquellos escasos doscientos metros de su primera ubicación. Se instaló en una nave casi tres veces mayor en la calle José María Pemán y llegó a tener una plantilla que superaba los cincuenta trabajadores ofreciendo un trabajo esmerado que llegaba a muchas aparadoras que realizaban su aparado desde los domicilios particulares (recordemos que esa ha sido una de las facetas características del aparado eldense), Esa forma de trabajar tenía su parte positiva al contribuir a mejorar los ingresos familiares, en contra, la opacidad que no aseguraban el desempleo de esas trabajadoras y tampoco la jubilación.
*Publicado en el semanario Valle de Elda el 16/12/2018