El 12 de junio de 2021 el maestro Berlanga hubiese cumplido 100 años.
En España y en especial en la Comunidad Valenciana se ha declarado el "Año Berlanguiano" en honor al cineasta.
Los medios de comunicación se están encargando de sacar a la luz las joyas cinematográficas de su legado, algunas entidades culturales se aprestan a exhibir sus películas más famosas, mesas redondas y, como he dicho, congreso incluido, todo eso y mucho más se va a desarrollar en este año para dar mayor testimonio y gloria de uno de los directores de cine más geniales de todos los tiempos.
En otros momentos he escrito sobre los muchos gestos que tuvo con el Museo del Calzado, sin embargo, en esta ocasión, voy a dedicar unas palabras al amigo, al Luis que conocí como persona en los escasos diez años en los que conviví con aquel genio creativo y al que llegué a querer y admirar como un buen amigo de siempre.
Ya se ha dicho sobradamente cómo llegó Berlanga a ser parte del Museo del Calzado. Fruto de esa entrega empezamos a tratarnos y a abordar aspectos relacionados con el zapato y sus muchas connotaciones.
Luis estuvo en contacto, especialmente en sus últimos años, con nuestras inquietudes y proyectos. Rara era la semana que no hablábamos por teléfono en una conversación casi sin fin. Visité varias veces aquella casa estudio-oficina en la calle Gaztambide de Madrid, a menudo aquellas charlas interminables acababan en una pizzería que estaba justo enfrente de su oficina.
Nuestras reuniones giraban casi siempre sobre temas del museo de Elda, pero las conversaciones tomaban caminos diferentes para hablar de casi todo lo que nos unía, el zapato y la forma de enaltecerlo, entenderlo y admirarlo.
La Academia del tacón de Aguja
Tengo que reconocer que cuando Luis me hablaba de la Academia del Tacón de Aguja, uno de sus proyectos estrella, me parecía lejano y casi imposible de llegar a culminar, pero su sorprendente insistencia y la fuerza con que la planteaba, me hacía pensar que esa Academia era un nuevo legado que deseaba dejar para la posteridad de una vida que se le escapaba. Naturalmente Berlanga ya estaba de vuelta de todos los éxitos que tuvo en vida, especialmente con su manera de hacer cine. A menudo solía repetir que ya lo había hecho casi todo en su vida profesional, la vanidad era algo inexistente en ese gran personaje. Pero la Academia era otra cosa, creía firmemente que podría transmitir a muchas personas un sentimiento de atracción a través de ese tipo de zapato, y consolidar ideas hacia lo que consideraba un fetiche del erotismo, por medio de ponencias o charlas, coloquios etc., un foro de reencuentro con amigos que tuviesen el zapato "stiletto" como un referente también por diseño, fabricación, uso o cultura en general.
Hubo muchas anécdotas en el tiempo en que lo frecuenté y los escasos diez años que duró nuestra amistad:
Su apuesta por la Ciudad de la Luz
Luis presentó en Madrid en 2002 uno de sus proyectos más esperados, la Ciudad de la Luz en Alicante, lo acogió con mucho entusiasmo liderando la idea y encabezando la gestión, pero desgraciadamente sus sueños se verían después truncados; eso afortunadamente Berlanga ya no lo vivió. Con ese motivo, sus viajes a Alicante eran más frecuentes y casi semanalmente se reunía con su Consejo de Administración, después, cuando iba a partir de nuevo hacia Madrid nos reuníamos para seguir hablando de nuestras ideas de futuro. Recuerdo que en más de una ocasión me pidió ayuda para que lo "sacase del hotel" hasta que fuese la hora de partida de su vuelo. Mi mujer y yo (cuando su esposa María Jesús no viajaba con él), éramos los encargados de quitarle de encima a los muchos fans que lo abrumaban, con la mejor de las intenciones, pero también lo mareaban dada su avanzada edad. Salíamos a comer a lugares discretos para despedirlo casi a pie del avión. Con motivo de uno de esos viajes fui testigo de una lección impresionante de nuestro querido maestro: Se empeñó en hacerle un regalo a mi esposa María Teresa y entramos en una librería, una señorita muy amable nos atendió y Berlanga le pidió un libro sobre el erotismo, la señorita confusa respondió: "Señor, nosotros aquí no vendemos ese tipo de pornografía". Luis, armado de paciencia, le explicó a la joven en breves palabras lo que era el erotismo, indicándole con amabilidad que estaba confundida y la gran diferencia que había entre el erotismo y la pornografía. Fueron una palabras que no olvidaremos. Y es que Luis era fetichista y le atraía el erotismo, especialmente el inspirado por el calzado de tacón de aguja, pero repudiaba la pornografía pura y dura.
Detestaba los homenajes
Una de la cualidades que más admiré en Luis era su capacidad para ponerse a la altura de las personas de cualquier tipo, la entrega con la que se daba y, lo más importante, la total falta de vanidad. En algún momento le sugerí que, como concejal del Ayuntamiento, propondría al Pleno que tuviese un gesto, dado que se había entregado a nuestra causa, la del Museo del Calzado, sin embargo me lo quitaba de la cabeza, no quería tener más calles, ni plazas, ni institutos de enseñanza con su nombre, me amenazaba con negarse a participar y, por lo tanto, a no estar presente.
Aniversario de su gran película
Sobre la celebración del 55 aniversario de la película "Bienvenido Míster Marshall", Berlanga nos llamó para invitarnos al acto central en Guadalix de la Sierra, donde se rodó la película, pero había que ir disfrazados, mi esposa de faralaes y yo de corto, menos mal que al final ni él mismo acudió, eso sinceramente nos quitó un peso de encima.
Con motivo de la entrega del galardón a la Mujer Mejor Calzada de España a Concha Velasco en 2001, Luis llegó al aeropuerto a media mañana y Concha lo haría alrededor de las cuatro de la tarde. Para esperar la llegada de Concha, estuvimos dando un paseo por el puerto de Alicante, horchata incluida. A la hora fijada fuimos a recibir a la actriz. Cuando Berlanga vio salir a Concha por la puerta de pasajeros, se acercó a ella y tras darle dos besos le dijo: "Concha ¿cómo se te ocurre venir a recibir un premio tan importante con esos zapatos?", la verdad es que ni yo mismo me di cuenta, creo que llevaba unos cómodos zapatos de tacón medio. La llevamos al hotel para que descansase unas horas antes de trasladarnos a Elda. Alrededor de las siete de la tarde Concha Velasco apareció en el vestíbulo del hotel resplandeciente vistiendo un precioso vestido con falda y chaquetilla de color fucsia y en los pies unos preciosos zapatos de tacón de aguja a tono con el vestido. La maravillosa actriz y también gran amiga del museo de Elda, no había descansado, se marchó a uno de los modistos más famosos de Alicante y el resultado fue espectacular.
Muchas personas que lo han tratado saben de lo que hablo, Luis bajó una y mil veces del pedestal del éxito conseguido gracias a su arte y maestría, compartiendo su tiempo con muchos que formamos ese gran grupo de la mayoría normal que habita nuestro país, para ser considerados sus amigos y tener el honor de pasar ratos inolvidables a su lado.
Hoy celebramos con alegría el nacimiento de un genio, pero también el de un hombre con toda la extensión y alcance de la palabra, sencillo y amable.
Gracias Luis García Berlanga, algunos además de agradecer tu trabajo y esfuerzo, te llevamos también en el corazón.